jueves, 30 de junio de 2011

Besos

Llevo las manos blancas, como casi todo el pelo, y los ojos doloridos de mirar tus labios poderosos, como genistas, como amapolas. Repaso sin cesar el día, para no olvidarlo, ni perderlo entre la lluvia menuda de los haikus; comida, relojes, lágrimas de otros, sesenta y cinco años, ausentes, ron, escapadas, pared desnuda, distancia, llamadas perdidas entre asientos. Y mientras se borran los reproches trato de recordar todos los besos.

domingo, 26 de junio de 2011

Paseo III

No me canso de volver en los fines de semana, repetir el camino hollado y polvoriento; cada sábado encuentro una arruga nueva, voy conociendo los nombres de las ramas, el tiempo de maduración de las sombras, el olor de los árboles, los ladridos enrejados y el escondido vuelo de las palomas. Y siempre descubro un anuncio nuevo. El último. Una foto pegada a la hierba con cuatro mordiscos de celo en la que se buscaba a Irina. No ponía fecha, unos ojos tristes, dos números de teléfono, las características, la promesa cierta de una recompensa, el color predominante del pelo y el mestizaje. Ese día, miré entres genistas, dientes de león y árnicas, pero solo encontré ausencia y las plumas dibujadas de un pájaro en el asfalto, sin hormigas.
Han limpiado las flores secas de la ribera y segado el trigo y las amapolas, pero aún queda alguna, las más íntimas, destacan los pétalos entre el marrón granulado del verano.
Me quité la camiseta, tras el primer silencio, para disfrutar de los primeros rayos del amanecer y aprender a desnudarme antes de estar solo. Me detengo para arrancar las flores y clasificarlas en el olvido, una y otra vez, sin mayor sentido, sin prisas, guardándome en el bolsillo el polen doblemente dorado del aire.
Los soplos de levante reclinan solo a los pequeños árboles de Judea, busco un mensaje desde la costa. Tal vez más tarde.

miércoles, 15 de junio de 2011

Plaza de San Agustín

Estoy aquí en una plaza
descansando mis penas,
mientras miro a las alondras alborotadas
y me recuerdan el refugio de la niñez,
sentado en un bar, solo,
con un vino sin relumbre,
un bocadillo sin hambre;
muerdo el pan
y las migas caen sin reparos al suelo,
¡tal vez se acerque un gorrión!

domingo, 12 de junio de 2011

Paseo II

Es temprano para ser domingo, bajo la sombra rayada de un banco duerme disimuladamente un hombre negro y nadie para a su lado, no se le ve almohada, ni sábana de flores, ni secuelas de la noche.
Repaso las pisadas cada fin de semana, y aún así, de cuando en cuando,  encuentro un letrero de novedades entre las piedras. Hoy, antes de llegar a la casa de los gnomos, un busto policromado del Corazón de Jesús, bendecía forzosamente a los peregrinos, se encadenaba entre los hierros y la altura, guardaba colores recientes, debe estar ahí de siempre. Luego me he dedicado ha recoger flores, las guardo entre haikus, la finalidad es reconocerlas la próxima vez que pase a su lado, y acariciarlas por su nombre, pero en ocasiones, se caen como si viniera el otoño avanzado.
Me paro a contemplar hojas con forma de corazón, árboles blancos, bichos y paisajes; las higueras dulces tardan en sacar a la venta sus frutos. Pero esa ruta me resulta demasiado solitario desde que no espero encontrarte, pero sé que será así.

sábado, 4 de junio de 2011

Paseo

Camino con frecuencia por la misma ribera de arena, en ocasiones las pisadas se marcan  sobre el barbecho, en otras se pintan de rojo amapola o se quedan mirando a los almendros presos. Recorro mis propios pasos cuando la luz me lo permite, consuelo a los perros que lloran y señalo a otros que ladran desde la sombra, compruebo los mordiscos de las flores amarillas y el baile inclinado de las ardillas; las higueras siguen oliendo a dulces del sur  y me pierdo por nuevas rutas si no me llevas de la mano, Daniela.
En los días de huelga general y en el primer sábado de cada mes, se desliza entre los ribones del llano tu mano  temblando de sueño.
Miramos el trigo, la cebada, la avena loca y las rosas, y el tiempo pasa, mientras andamos lentos, tal vez demasiado y optamos, sin pacto, por no hablar de nosotros, lo aprendemos de los haikus, una visión sencilla de la naturaleza," flores en primavera y nieve fría en invierno".

Avena y trigo.
Un pájaro tumbado
entre hormigas.