Duermes
a mi lado;
el tren sigue hacia el este,
tu mano
junto a tu mano
adornada
por una pulsera de a dos euros
que da suerte a los sueños
y a los recuerdos.
Te miro
los labios
como párpados cerrados,
la sonrisa descansada
sobre las caricias del tren,
pareces feliz y
no me atrevo a besarte.
Los pendientes bailan,
hacen juego
con el cielo y con las cortinas
y brillan como un vals.
Te miro
de reojo
mientras hago que leo,
pero solo te miro.