miércoles, 2 de noviembre de 2011

El mar


El mar deja de ser mar al acariciar la arena, el mar vuelca baldes de agua sobre  castillos infantiles, el mar sigue lleno de peces sin destino y barcos que lanzan cañas aburridas. El sol  madruga.  
No hace frío, ni calor, bastón, sombrero, todo vale para caminar hacía las casamatas en busca de pólvora y de república.
Flores amarillas, algas,  insectos de colores dormidos entretienen el amanecer.
Voy solo, mirando provocadoramente al naranja del horizonte, retando a la brisa, pero no aguanto mi propio desafío y cabizbajo sigo. Nunca supe pelear.
Prefiero cuando compartíamos los pasos repetidos y secos. Si estoy contigo, Daniela, no necesito hablar del mar.

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