domingo, 30 de enero de 2011
Daniela, 29-01-11.
Anoche, cuando te fuiste, daban las tres. Por primera vez me quedaba solo en la barra apurando el sueño y las cervezas, vengándome así de tu soledad, mientras caminabas inocentemente hacia tu lado de la cama. Me anuncias tu retirada, vuelves a Madrid, a refugiarte entre los cuadros dorados de Klint y las poesías que van vendiendo en las paradas de los taxis, a cambiar de apariencia, para meditar sin amigos. Me quedan muchas cosas aún por contarte, pero ahora solamente quiero decirte que echaré de menos las madrugadas que acercabas tu oído a mi corazón para comprobar que seguía vivo.
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