jueves, 3 de febrero de 2011

Barra de bar

He vuelto a la barra que nos sirvió de horizonte en la despedida, es absurdo, tal vez padezca el mismo trastorno psicológico que provoca al asesino echar un última mirada. Pedí dos cervezas para disimular la espera, y para más tarde simular un olvido. Actuaba delante de la camarera, que de reojo notaba la sensación extraña de mi comportamiento, creo que dudaba entre si haría un sinpa o un atraco desolado. Opté por llenar las dos copas, y brindar. Saqué un librito de poesías que siempre llevo conmigo y leí algunas estrofas al azar, pero nada cambiaba, la puerta cada vez que se abría era como un golpe de segundero, sin sentido del tiempo. Me tomé otra dos rondas dobles y la camarera sonreía al abrir cada botella, ahora se no sabía si era un loco o un borracho. Le dejé a la vista mi libro y una libreta repleta de versos sin rima para que supiera que era un poeta en busca de un recuerdo olvidado, solo conseguí que se abandonara la duda, era un loco.
Invité yo a tus rondas y a las mías. Por una vez fui más generoso que tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario