jueves, 17 de febrero de 2011

Nos conocemos

Recuerdo como te conocí. Un día paseaba por el parque, ensimismado, sin mirar a nada, las copas de los árboles dibujan rostros desconocidos en el cielo, los estorninos volvían del polígono industrial, la arena pintada de lluvia se escurría despacio entre mis sucios zapatos, y vi, me pareció, que una mujer se olvidaba un pañuelo blanco en el banco, no tardé mucho en llegar y comprobar que,   había  un libro abandonado, leí la portada:  haikus, "Lluvia menuda" de Susana Benet ; te llamé sin mucho convencimiento, solo para justificar la demora, pero seguí tu perfume,   cada vez caminabas más rápida, marcabas unos pasos que parecían una huida; también aceleré, la honradez se transformó en un juego extraño. Saliste del parque, gritaba tu nombre, venía en la primera página, vestías con una gabardina hueso - debajo de ella no era necesaria más ropa - y zapatos con poco tacón, el pelo rizado y guantes claros de piel.
Grité más fuerte tu nombre, - ese sería mi sino - y fuiste la última en mirarme, por fin paraste y agité el pequeño libro como un saludo para que comprendieras mi desorden, pero tus gestos no eran de alegría, ¿por qué? Me presenté con prudencia, y me espetaste, - lee la segunda hoja del libro - . En rojo y subrayado ponía, "para quién lo encuentre, una vez que lo leas, vuelve a dejarlo".
- Entonces me lo quedo? - Me viste la cara desorientada y sonreíste
- Sí, anda leelo y olvídalo en algún sito.
-  Adiós Daniela.
- Adiós.
Aún conservo el libro y hoy mientras lo vuelvo a leer, recuerdo como te conocí.

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