entre tu habitación y la cocina,
caminando
como una leona de circo,
enfurecida
fuerte
mirando de reojo
esperando
rugiendo como el viento
que cierra las puertas,
especulando
con tu futura libertad bailada.
Y el silencio
sin besos ni reproches
estalla
en las encrucijadas,
y espero el dolor de la heridas
pero no sientes nada
sigues
enfurecida
como hielo
como el frío de la madrugada.
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