lunes, 12 de diciembre de 2011

Para poder dormir


Al cruzar la carretera y pisar el camino comienza  un relato. Aparecen flores blancas, pequeñas, de lejos simulan los primeros copos del invierno, la niebla envuelve la soledad, un libro de poemas  abriga los dedos helados.
Los campos, aún sin espigas, verdean entre los surcos que  indican el sur. A pesar de la densidad de la niebla se ve con claridad, posiblemente no es necesario mirar muy lejos.
Una paloma con las alas y el cuerpo teñido  en rojo  extraña entre los barbechos grises.

Libro de poemas
en tus manos heladas.
Paloma roja.

Y un haiku regalado inicia mi sueño. (¡ Espero!).

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