domingo, 24 de abril de 2011

Semana Santa

Aprendí que no es suficiente llevar la fe de viaje para poder mirar el baile misterioso del calvario, que las Vírgenes de palio con el vaivén de las llamas iluminan a los capataces engominados y que la lluvia es la verdadera penitencia de los fieles. Se taparon las insignias con las mantillas negras de Jueves Santo y las peinetas se quedaron clavadas en los ciriales de los nazarenos. En el libro de  Reglas está escrito que el penitente debe ser caritativo con los pobres y con los presos de guerra santa, y que debe llorar - si quiere llorar -, para consuelo de los viajeros. Cada esquina se convertía en una espera, el tiempo, las nubes, nadie se recoge, se mojan los zapatos parados en la madrugá. No pude rezarle  a la Macarena.

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