sábado, 10 de septiembre de 2011

Sin ti.


Hay mañanas sin olor, sin colores de noria y con silencio y a pesar de todo, el paso se sostiene entre los ladridos anunciados y migas de pan. El horizonte pinta más lejano, sin distracción, sin nubes, ni molinos, ni gigantes rotos. Los gorriones huyen hacia las acacias desmochadas y el sol. Ya no me reconocen.
El pensamiento se distrae en si mismo, repitiéndose, como una jaculatoria, uno, dos, tres...hasta veinte y vuelta a empezar, uno, dos, ... veinte.
Solo me saludan los desconocidos,  por cortesía de peregrino, o para calibrar en la voz el peligro de los versos.Tal vez debe ser así.¡Tantos recorridos cojeando! con media barba, aliento dormido y ojos claros.
Miro a la  luna de la mañana para acostumbrarme y no me sale.
En ocasiones, sin aviso, toca desayunar tristeza.
Y en esos momentos secos, miro un recuerdo bajo la lluvia y vuelvo a sonreír.

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