jueves, 30 de junio de 2011

Besos

Llevo las manos blancas, como casi todo el pelo, y los ojos doloridos de mirar tus labios poderosos, como genistas, como amapolas. Repaso sin cesar el día, para no olvidarlo, ni perderlo entre la lluvia menuda de los haikus; comida, relojes, lágrimas de otros, sesenta y cinco años, ausentes, ron, escapadas, pared desnuda, distancia, llamadas perdidas entre asientos. Y mientras se borran los reproches trato de recordar todos los besos.

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