domingo, 12 de junio de 2011

Paseo II

Es temprano para ser domingo, bajo la sombra rayada de un banco duerme disimuladamente un hombre negro y nadie para a su lado, no se le ve almohada, ni sábana de flores, ni secuelas de la noche.
Repaso las pisadas cada fin de semana, y aún así, de cuando en cuando,  encuentro un letrero de novedades entre las piedras. Hoy, antes de llegar a la casa de los gnomos, un busto policromado del Corazón de Jesús, bendecía forzosamente a los peregrinos, se encadenaba entre los hierros y la altura, guardaba colores recientes, debe estar ahí de siempre. Luego me he dedicado ha recoger flores, las guardo entre haikus, la finalidad es reconocerlas la próxima vez que pase a su lado, y acariciarlas por su nombre, pero en ocasiones, se caen como si viniera el otoño avanzado.
Me paro a contemplar hojas con forma de corazón, árboles blancos, bichos y paisajes; las higueras dulces tardan en sacar a la venta sus frutos. Pero esa ruta me resulta demasiado solitario desde que no espero encontrarte, pero sé que será así.

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