Camino con frecuencia por la misma ribera de arena, en ocasiones las pisadas se marcan sobre el barbecho, en otras se pintan de rojo amapola o se quedan mirando a los almendros presos. Recorro mis propios pasos cuando la luz me lo permite, consuelo a los perros que lloran y señalo a otros que ladran desde la sombra, compruebo los mordiscos de las flores amarillas y el baile inclinado de las ardillas; las higueras siguen oliendo a dulces del sur y me pierdo por nuevas rutas si no me llevas de la mano, Daniela.
En los días de huelga general y en el primer sábado de cada mes, se desliza entre los ribones del llano tu mano temblando de sueño.
Miramos el trigo, la cebada, la avena loca y las rosas, y el tiempo pasa, mientras andamos lentos, tal vez demasiado y optamos, sin pacto, por no hablar de nosotros, lo aprendemos de los haikus, una visión sencilla de la naturaleza," flores en primavera y nieve fría en invierno".
Avena y trigo.
Un pájaro tumbado
entre hormigas.
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