lunes, 3 de octubre de 2011

Eulina II


Nos quedamos calladamente solos, sentados en la cocina, rematando los sabores con dos piedras de Jack Daniel´s y cavilando sobre si empezar una conversación de desamor y esperanzas o seguir bebiendo hasta que llegaran  canciones de ron y lluvia.
Mi reloj estaba parado y el güisqui se derretía entre el hielo, mi único tema de pensamiento últimamente era Rosales, así es que, saqué de mi bolsito el libro manoseado que llevaba como un amuleto obsesivo a todos lados  y le comenté la parte de su vida que enlazaba con la muerte de Lorca y la injuria escarlata que le marcó para siempre. De esa manera conseguí mantener un equilibrio entre la bebida y el desánimo de Eulina. La tarde pasó entre lectura entusiasmada de versos subrayados.
Recuerdo que le entusiasmaron estos:

"Por consiguiente, mientras sigas enamorado no vas a descansar,
el paraíso es necesario volver a hacerlo cada día
pues cuando el corazón llega a la cumbre se queda a la intemperie" L.R.

Cada uno encuentra lo que necesita. Le dejé el libro y la animé para que marcara sus preferencias . Se lo guardó, sin más ruegos, en su bolso enorme y marrón.
Cuando se marchó pensé que se llevaba el destino escrito, solo debía interpretar las runas.

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