lunes, 25 de julio de 2011

Ahogo

La antología poética editada por Mondadori comienza con un prologo de Pedro Laín, después viene Abril (1953), una dedicatoria "A mis padres y hermanos", el primer poema Égloga de la Soledad, y cita a Garcilaso

"Mi vida no sé en qué se ha sostenido"

Lo que te voy a contar de Ele es por lo que entre unas conversaciones y otras he deducido. En cosas acertaré y en otras no, lo importante son los sentimientos finales y las acciones.

Cuando Ele leyó este primer verso se detuvo, ni siquiera paseó por el prólogo, se quitó las gafas para pensar desenfocando y en seguida rebosaron las penas, al darse cuenta de su tristeza súbita se echó a llorar con más atención, gimiendo, con hondura, con soledad entrecortada, con desahogo. La crisis con Tomás, era como los ciclos económicos y sus cotizaciones, que nadie entiende, una falta de algún producto químico en el cerebro, un vacío por falta de vitaminas o un dibujo a carboncillo que se difumina. Preguntas mojadas. Un cigarro y un café  fueron los únicos amigos que quería ver en esos momentos, para entretenerse en la tristeza, sentir lástima de su lástima, y llorar otro poco más, hasta ese momento que tienes que aspirar una bocanada profunda de aire, igual que si sacaras la cabeza ahogada  debajo del mar.

Prosiguió la lectura hasta las siguiente piedra "porque nada me ha engañado tanto como mi sinceridad". Tal vez estaba cegada "con hojas de robles en las pestañas". El primer movimiento sería aclarar los ojos con agua fresca, ser valiente, mirar con luz de gas los vacíos que la adornan hace mucho tiempo y notar la marca de los  sentimientos. Dejó el libro y al alejarse de él lo miró con inquietud. 

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