martes, 16 de agosto de 2011

Primera despedida


- Me cuesta decirte esto,  Daniela, hasta pensarlo me produce pudor por vanagloria. Al grano. Creo que Ele se enamoró de mi mientras leía mis subrayados de  poesía. Me dijo que  buscaba en cada hoja "mis frases", casi con más impaciencia que los poemas y otras tantas cosas halagadoras que no pienso repetir
.- Vale, enamorar es mucho, un preenamoramiento, una curiosidad producida por la sorpresa de las cosas que tienes al lado y no las ves. Tampoco yo lo sé. Pero esas cosas se notan. O tal vez tenía fiebre y lo confundo todo. Lo pensé entonces y lo recuerdo ahora, no le he dado más vueltas.

A otra cosa, este fue el último poema que leímos esa noche.
"Para vivir no pidas garantías,
solo tendrás la certidumbre de ser feliz cuando vivas más lentamente que viven los demás,
pues
para
que
la vida no se nos vaya de las manos,
hasta que administremos bien la despaciosidad.
No te engañes apresurándote.
                                              No adelantes la hora,
ya estás en la estación de despedida,
la vida es solo una advertencia."

Después cerramos el libro, intenté regalárselo como consuelo pero afortunadamente no lo aceptó, y nos rozamos en un beso  de despedida  para confirmar los dos voluntariamente que conocíamos las reglas de la métrica.

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